Mi casa, mi santuario
Que rico ver todos esos espacios en las revistas; con la luz bajita, el sillón cómodo, con los libros tirados por todas partes y pensar
“ese podría ser yo”.
¿No te has puesto a pensar que la mayoría de tu vida transcurre dentro de un edificio? Y aunque no lo sepamos en ese momento, todo lo que hay en ese “dentro de” influye en nosotros; en cómo trabajo: si la silla es cómoda o la luz es la correcta, en como descanso: si hay mucho ruido o la cama es incómoda, o hasta en mi humor: el olor de la habitación o la extraña decoración…
Todo esto importa, y por eso es necesario que aprendamos a hacer de nuestro espacio, nuestro santuario personal. Que el cuarto que tengo me encante, que el sillón de mi sala sea comodísimo y que mi espacio esté lleno de mi estilo y mi personalidad.
Por eso, te dejo los siguientes pasos para que te ayuden en el proceso de personificación de tu espacio. Vamos a empezar eligiendo la habitación más importante, donde pasas más tiempo o a la que quieres dar ese punch para hacerla sentir 100% tuya.
PASO 1. Párate en medio de tu habitación y analiza: ¿Qué veo? ¿Qué escucho? ¿Qué huelo? ¿Qué siento?
PASO 3. ¿Qué escucho?
Los ruidos del exterior es casi imposible evitarlos; siempre habrá algo que se cuele por la ventana y rompa tu burbuja de confort.
Hazte de una buena bocina. Yo te recomiendo una alexa, además de ser un gran dispositivo de audio, sus líneas minimalistas van perfecto con cualquier tipo de habitación.